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El Dilettantismo sentimental

convertida en estanque por el embalse de las aguas del gigantesco río en Assouam.

De mil medios se han valido para perfeccionar el oficio de pedir limosna: Imitan a todos los animales con suma perfección, bailan y cantan, espían la mirada del viajero para sonreirle picarescamente al pasar y aprovechar así la ocasión de entonar su ¡ backchich!... ¡backchich!... ofrecen un manojo de flores del campo y una rama para espantar las moscas; sacuden solícitos la tierra del traje y calzado; ayudan a bajar o a subir a las cabalgaduras, les dan el grito de ánimo para que partan; asen al viajero izándolo o descendiéndolo del burro antes de que a ello se disponga; atisban el instante preciso en que el turista fatigado se detiene en una cuesta o mide una altura para soliviarlo por los sobacos y llevarlo en vilo; dan un dato, hacen una genuflexión, adelantan un saludo... y cobran con ¡backchich!... ¡backchich!....

Al pasar por las aldeas hay que fingirse sordo y ciego o soportarlos encima como moscas. Y por sacar mayor mendrugo se pelean y se gritan y se insultan en su bárbara y desagradable lengua.

Hay de ciegos y de enfermos de la vista que espanta. Quien no es tuerto es estrábico o luce nube en uno o en ambos ojos o muestra ribetes rojos como en carne viva. No veo que sea causa principal la reverberación en la arena de ese sol que luce el año entero. Ello influirá, pero el origen real está en que son sucios, pero sucios!... Da asco mirarles lo poco que dejan en descubierto: algo de la cara. Siempre llena de moscas quietas, mansas, huéspedes habituales que no molestan ni son molestados.

La mortalidad infantil es aterradora... y abunda y sobra el chiquillaje sucio desnudo o desarrapado. Admira, en tal suciedad, que todos no mueran aún antes de nacer. Débese a la excelencia del clima,