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¡BACHCHICH!... ¡BACKCHICH!...

(Remontando el Nilo)

Mayo de 1914.

Todos, en la ciudad y en el campo, chicos y grandes, hombres y mujeres, tienen la costumbre de pedir limosna, "backchich" como dicen ellos.

Si el buque encalla en la arena, si amarra en la orilla, si marcha lentamente al pasar un barraje, si costea cerca de las mil aldehuelas, hijas del limo del Nilo como el Egipto todo, hasta sus mendigos, el grito de ¡backchich...! ¡backchich! persigue al viajero.

No bien para el buque, la ribera se llena de populacho, hierve de chicos pidiendo monedas. Desde a bordo se las tiran, y es de verlos, amontonándose como moscas sobre azúcar. Caen, ruedan, se apeñuscan, zambullen en el Nilo, peleando hasta que quien logró levantar la moneda del suelo se la mete en la boca bajo la lengua. Como por ensalmo, asunto concluído: ya no luchan más; piden otra.

Lo cómico es que, mientras enjambran los chicuelos, otros gandules distribuyen, a ojo de buen cubero, entre bromas y veras, sendos cogotazos. Y la arrebatiña finaliza con el arribo de un agente de policía, armado de su infaltable varita o junco, quien