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TIERRA DE SOL


Frente a la mesita redonda de la sala de escribir, a bordo. A mi lado, sin levantar cabeza, un joven llena y llena cuartillas. Los colores que le han subido a la cara prueban de sobra a quien se dirige.

Mañana, a primera hora, si la niebla que amenaza lo permite, veremos dos hermosuras: El amanecer en el mar y la bahía de Río de Janeiro. ¡Lástima de tiempo! Ayer, como rogado, salió el sol. Y me pasé el día íntegro, menos la noche, que lloviznó, en el primer puente, sentada sobre la borda, frente a frente a la mar mansa y brillante como espejo que cambiara de colores. Recién supe lo que es el matiz "azul marino". Hay que verlo. Rompe ese azul contra el buque y una orla verde esmeralda, frangeada de blan co, con espuma irisada, bordea la nave incrustándola en un pedazo viviente de ónix de San Luis.

Eternamente uno en su constante cambio, el mar nos da esta gran lección de vida: Su fuerza se convierte en belleza al romper contra un obstáculo y, al ofrecerse, esa belleza abre en la ola cantando al más intenso, al más egoista de los placeres, al placer de darse.

*

Un día bastante bueno—es proverbial el clima de Río en estos meses—nos saludó de mañana. Desde las