Página:El Dilettantismo sentimental.djvu/138

Esta página no ha sido corregida
138
Raquel Camaña

Y la joven, bella y poderosa patria actual que decoraba espléndidamente el lindo teatro escuchó con religioso fervor.

Dianas y salvas militares nos avisaron el domingo 26 que era hora de prepararnos a visitar el ingenio "La Esperanza" que los señores Leach Hermanos y Cía., poseen en San Pedro.

Bellísimo el trayecto entre bosques y montañas, ríos pedregosos y valles fertilísimos. Y el sol, ese sol tropical cuya luz no se describe: se goza recibiéndola y aun recordándola...

En San Pedro fuimos recibidos por los amables huéspedes quienes pusieron a nuestra disposición uno de los trenes empleados en tiempo de zafra. En él nos trasladamos a "La Esperanza". Numeroso grupo de indios a pie y a caballo nos precedieron lanzándose a la carrera por un atajo. Agilísimos, llegaron todos a un tiempo con nuestro tren. Descendimos en un valle perfectamente nivelado. Más de 5.000 indios a pie, en correcta formación, encuadraban, a prudente distancia, un gran tablado desde el cual un empleado del ingenio ofreciónos la más cordial bienvenida. Abrió el discurso un toque de atención. Oir la indiada esa música militar y correr de todas direcciones hacia el tablado fué obra de un segundo, antes ejecutada que pensada. Cual manga de langosta que se asienta sobre el maizal, avanzaban, animándose mutuamente con sus gritos y silbidos de alegría. Aquello impresionaba. Creyérase en un malón, próximo a barrer con todos nosotros, mísero puñado. No tan rápida como ellos, a pesar de ir bien montada, avanzó la policía del ingenio conteniendo y repeliendo a la indiada hasta volverla a su primera posición, tras el alambrado.

Acercándonos, pudimos apreciar las diferentes tribus mezcladas en compacta y abigarrada multitud.

A primera vista, gustan los tobas, altos, fornidos,