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No fueron estas sólo las contrariedades que sufrió Cisneros á su vuelta de Orán, pues se las hicieron sufrir un Franciscano, llamado Fray Luis Guillen, y Villaroel, su deudo, el que nombró Adelantado de Cazorla, de quien tan mal habla Francesillo de Zúñiga, y que observó una conducta bien dudosa cuando al frente de un peloton de caballería quiso perseguir á los Árabes derrotados ante las murallas de Orán. Cisneros habia incorporado la ciudad infiel al Arzobispado de Toledo en lo espiritual, y Fr. Luis Guillen, que habia antes obtenido del Papa el Obispado titular de Orán, quiso tomar posesión de su diócesis cuando la ciudad fué conquistada, á lo cual se oponia Cisneros, quien consiguió que una junta respetabilísima de ilustres Doctores declarase que la ciudad de Orán, á que se referia el título de Guillen, no era la que ahora se habia conquistado. Con este fallo no se conformó el fraile, y fuerte con la bula pontificia, apretaba al Rey y movia gran ruido en la Corte de Castilla y no aceptaba un lisonjero acomodamiento que le proponia el ilustre Cardenal, por lo que, ya incomodado éste, hizo valer sus propios y exclusivos derechos, y poniendo en noticia de Don Fernando las condiciones ventajosas con que habia propuesto un arreglo al Guillen, le exhortó á que se cumpliese en todas sus partes el tratado concertado entre el Rey y el Arzobispo para la expedición de Orán, en virtud del que esta ciudad quedaba incorporada a la diócesis de Toledo. El Rey se puso del lado del Cardenal, y por cierto que el fraile se arrepintió muy mucho de no haber aceptado las proposiciones de Cisneros, que al fin acabó por aceptar del segundo sucesor de éste el Arzobispo Fonseca.

En cuanto á los disgustos que Villaroel dio al Cardenal, fueron de otra clase, pero no menos amargos: soberbio y rencoroso el Adelantado de Cazorla, disputó acaloradamente al volver de África con un caballero y se despidió amenazándole con su venganza, de modo que habiéndose encontrado cadáver á éste en la siguiente noche, todo el mundo señaló á Villaroel como asesino. La familia del muerto pedia justicia al Rey, y antes que los Comisarios reales llegaran, ya Cisneros habia entregado su pariente al Tribunal ordinario, mostrándose liberal y espléndido con la viuda y los hijos de la víctima. Las iras de esta familia se calmaron algún tanto, y Villaroel consiguió que se le absolviera; pero Cisneros no quiso ya ver en la vida á un pariente que lo deshonraba.