Cisneros, al propio tiempo que se ocupaba de levantar aquel glorioso monumento de su gloria, acariciaba en su pensamiento otra idea gigantesca que iba á poner en inmediata ejecución, porque ese es el distintivo feliz de su carácter, si grande en el concebir, rápido y constante en el ejecutar. Nos referimos á la Biblia Políglota ó, como se dice generalmente por el lugar en que se imprimió, la Políglota Complutense.
El pensamiento capital de la obra era, siguiendo el plan de Orígenes, presentar reunidas las Escrituras, al lado del texto latino, el texto matriz, el texto original de las lenguas madres. La ejecución era difícil, y sobre difícil costosísima.
Había que buscar por todas partes los manuscritos, y Cisneros los buscó. Puso á Europa entera á contribución para realizar esta obra. El Papa le ayudó poniendo á su disposición la colección del Vaticano. Las bibliotecas particulares de Italia le facilitaron copias de sus documentos antiguos, y las de España, en donde dejaron los Judíos ejemplares del Viejo Testamento, le ayudaron grandemente. No se excusó molestia, ni se perdonó gasto alguno Cisneros: cuatro mil coronas de oro dió por siete manuscritos que ni á tiempo llegaron al revisarse la primera edición.
Había necesidad de eminentes críticos y de ilustres sábios para examinar los documentos y estar al frente de la obra, y Cisneros los encontró. Profundos filólogos y consumados literatos como