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africanas, limpiábamos sus costas de piratas, y poseyendo, como poseíamos, Nápoles y el importante Archipiélago Balear, el Mar Mediterráneo, desde el Estrecho de Gibraltar hasta el Adriático, era un mar español.

A la toma de Orán siguieron poco después la toma de Bujía y la toma de Trípoli, añadiéndose á esto que Argel, Túnez y Tremecen se hicieron tributarios de España. Verdad es que tuvimos también una sangrienta rota en los Gelbes, debida á la temeridad del padre del Gran Duque de Alba; pero este revés, parecido á los que en el presente siglo han sufrido los Franceses en sus diversas campañas de Argelia, ya en el primer sitio de Constantina, ya en algunos encuentros con Abd-el-Kader, no podia alterar ni influir en el resultado definitivo de la larga y constante campaña que España debia abrir en aquellas regiones desde aquella fecha. Desdicha fué que Fernando el Católico tuviera que atender á la guerra del Rosellon y á la defensa del Papa Julio II, poco después muy combatido por Francia; mayor desdicha aún que el César fundador de la casa de Austria no se acordara de África sino en los últimos años de su vida, cuando la fortuna le habia abandonado, y hasta la naturaleza en Argel se declaraba en su contra; y colmo de desventura, en fin, que todos sus sucesores y la nación misma pensaran más en los esplendores y en los ruidos de los campos de batalla europeos ó en las regiones auríferas del Nuevo-Mundo, que no en la colonización lenta, paciente, modesta, fecunda, reproductiva, del Norte de África.

La idea de Cisneros, al llevar el estandarte de la España cristiana á Orán, fué grande, pero faltó constancia á las generaciones sucesivas. Siempre fueron asi nuestros Reyes, nuestros hombres de Estado y nuestro pueblo, dispuestos á los arranques pasajeros del heroísmo, pero faltos de aquella perseverancia con que las razas y los individuos consuman grandes y extraordinarios destinos en la sucesión de los tiempos; aquella perseverancia con que el pueblo romano dominó al mundo en lo antiguo; aquella perseverancia con la que en lo moderno nunca decae Inglaterra de su grandeza; aquella perseverancia que hoy forma el gran Imperio Teutónico bajo la dirección de los Prusianos, y mañana constituirá el Gran Imperio Panslavista de Oriente bajo la de la Rusia. Entre tanto pasan vanamente los siglos para España, y todavía Portugal sigue formando una nación más separada de nosotros que la Persia, y