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dirigió al Albaicin seguido de unos cuantos soldados; y al llegar á la plaza, en medio de aquella muchedumbre, antes tan alborotada y fiera, entonces tan mansa y sumisa, arrojó su birrete en medio de ella como prenda de paz, siendo también recibido con aplauso y alegría de todos, que recordaban que la autoridad militar habia sido con ellos no menos justa, templada y benévola que el Arzobispo.

Asi la tolerancia y el amor, la bondad y la dulzura, deshacían en un minuto la tremenda explosión que la violencia y el odio, la persecución y el encono venia preparando y haciendo inevitable tiempo atrás. Asi se demostraba la superioridad de una política sobre la otra. Así, en presencia de tan opuestos resultados, á posteriori, con hechos, con datos, con la autoridad inexorable de la experiencia, la historia puede declararse en favor del sistema de Talayera y del Conde de Tendilla; de Talayera, que decía «que las obras de los Moros y la fe de los Españoles era todo lo que se necesitaba para hacer un buen cristiano [1],» y tal confianza le inspiraban cuando más fieros parecían, del Conde de Tendilla, que dejaba en el Albaicin, como rehenes de su sinceridad, á su mujer y dos hijos [2]; sistema lento, pero seguro; paciente, pero sólido y estable, que hubiera asegurado la paz entre los dos pueblos, fundido las dos razas, acreditado nuestra tolerancia y respeto á la fe jurada, y evitado el atraso de nuestra agricultura, el descenso de nuestra población y las guerras civiles que ensangrentaron las Alpujarras poco después y se reprodujeron en los reinados más poderosos de la Casa de Austria.


XXIII.

Es indudable que Cisneros no habia robustecido su autoridad y su crédito, así en la revuelta como en la pacificación de Granada. Por diligencia que aquel puso en avisar á los Reyes, á la sazón en Sevilla, valiéndose de un esclavo que andaba veinte y más leguas al día, la noticia de todo, abultado y ennegrecido de intento, llegó antes, bien porque las malas nuevas vuelan por sí solas,

  1. Pedraza; Antigüedad de Granada, lib. III, cap. X.
  2. Mármol; Rebelion de los Moriscos, lib. I, cap. XXV.