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beneficios que recibe y á veces no menos obligado á los conatos ó apariencias de beneficio que bajan para él desde las alturas. Aquí, en el corazón del pueblo, es donde pronto encontrarla Cisneros entusiasmo y adoración; y del pueblo, como Anteo de la madre tierra, sacaria las fuerzas que necesitaba para dominar las varias tremendas crisis en que habia de verse envuelta su vida.

Veamos cuál fué el motivo de la gratitud y entusiasmo del pueblo por Cisneros.

Las antiguas alcabalas, como los modernos consumos, eran una contribución, si antipática en el fondo, odiosa é irritante en la forma. Aquel impuesto, que consistía en pagar el 10 por 100 del valor de todas las cosas que se vendían y permutaban, se estableció en el reinado de Alfonso Onceno, con ocasión de la guerra con los Moros, y aunque tenia un carácter transitorio, continuó cobrándose después de finalizada la guerra, que siempre las cargas más onerosas se suelen hacer pasar con los pretextos más pausibles y á título de provisionales, bien que es extraño que, una vez establecidas, luzca el dia de verse de ellas libres los pueblos. El tiempo, en vez de suavizar, habia hecho más vejatorio y aborrecible el impuesto por la dureza y avaricia de los empleados en hacerlo efectivo; pues los fraudes, los robos y los procesos menudeaban so color de que no se declaraban con exactitud las ventas y los precios. Muchos remedios se idearon para corregir el mal, siendo notable el más inocente y empírico que pueden registrar anales financieros, cual fué establecer que el juramento de los traficantes pasara por verdad en caso de contienda, lo cual, como era de temer, dio origen á muchos perjurios, viciosa y funestísima costumbre, que bien pronto se extendió del comercio á todos los actos civiles, pues en estas cosas, como dice el poeta, parece sencillo y natural desafiar al Cielo mientras los hombres no sepan nada en la tierra [1]

Grandes clamores levantaba el pueblo contra tal contribución, que debió suprimirse al finalizar la guerra con los infieles, y el asunto fué llevado al Consejo; pero aunque Cisneros se declaró franca y ardorosamente por su abolición, no lo consiguió en las dos primeras ocasiones que lo intentó, ya porque no se

  1. Tam facile et pronum est Superos contemnere testes
    Si mortalis idem nemo sciat.
    Juvenal; Sátira 13.