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EL CARDENAL CISNEROS

Iglesia de España, sino porque me ayudaran a llevar la carga que han puesto sobre mis hombros, hicieron creer á muchas gentes que Cisneros sería un siervo de la Corona, plegando su voluntad á la de esta y proveyendo los beneficios importantes y destinando las pingües rentas del Arzobispado en las personas y á las atenciones que designase la Reina.

Esta creencia vulgar, no podia ser, sin embargo, la de las gentes que conocieran á fondo el carácter independiente y firme de Cisneros. Asi es que se apresuró á declarar que no consentirla condición alguna que fuese contraria á los sagrados cánones y á las libertades de la Iglesia, distrayendo para otros usos las rentas que estaban destinadas para el sustento de los pobres. Todavía llevó más adelante su espíritu de independencia, pues supo revindicarla en ocasión solemne, cuando se trataba de proveer el cargo más importante de su diócesis en persona digna, hermano nada menos que del Cardenal Mendoza y protegido de la Reina. El cargo era el gobierno de Cazorla, para el cual fué nombrado D. Pedro Hurtado de Mendoza, sugeto de recomendables prendas, por su difunto hermano el Cardenal, y á fin de que Cisneros le mantuviera en él, la familia del interesado, no fiando bastante en los favores que el nuevo Arzobispo debia á su predecesor, buscó la recomendación de la Reina, que en efecto la otorgó con generosa eficacia. Creyóse segura de lo que pretendía la familia de Mendoza, pues en efecto pensaban que el favor real era la llave que abria todas las puertas del Estado, pero Cisneros, aun en aquellos tiempos que tendían ya visiblemente á la concentración y al absolutismo de la Monarquía, deseoso de atajar en su principio este que tuvo por abuso, con ser tan devoto de la Reina, manifestó á los que le presentaron las recomendaciones de Palacio que los Reyes podian enviarle de nuevo al convento de donde le sacaron, pero que no le obligarian á hacer cosa alguna contra los derechos de la Iglesia y contra el dictamen de su conciencia. Dignas de admiración son estas palabras que revelaban la inflexible rectitud y la rara independencia del carácter de Cisneros, el cual adivinaba y conocía que el favor soberano concede con frecuencia á la importunidad fatigosa ó á la adulación miserable lo que debiera ser exclusivo patrimonio de los grandes méritos ó de los grandes servicios, y que si no realza la magestad empleo semejante de su poder, es humillación cuando no vileza de sus ministros acomodarse á sus