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Que al cabo la sed le abrasa
De amor que en el pecho lleva.
Vuela su mente perdida
De dicha en dulces ideas,
Y por su boca divaga.
Una sonrisa balagüeña
Que del corazon naciendo,
Por los labios se revela.
En cada flor que su vista
Columbra en la vega amena,
Y en cada palma empinada
Que amante á su paso encuentra,
Ver se figura á la hermosa
Que el corazon le enagena.
El murmullo de los céfiros
Que por la campiña juegan
Y del pájaro que cruza
Las melancólicas quejas,
Son para él, en su éstasis,
Palabras suaves y tiernas
Que escucha á los piés rendido
De la que idolatra bella.
Así ocupada su mente
En tan plácidas ideas,
Ilusorias esperanzas,
Castillos que al aire eleva;
Va ganando poco á poco
Una trillada vereda