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EL ANGEL DE LA SOMBRA

Sin saber por qué, Suárez Vallejo notó repentinamente que las manos de Luisa, cruzadas sobre la falda obscura, eran de una palidez extraordinaria...

Pero su amigo interpelábalo en eso:

—A propósito: la te de "mort" ¿se liga o no con la palabra que sigue? Ayer discutíamos eso con Luisa.

—Nunca se liga, salvo en la frase mort ou vif, contestó Suárez Vallejo levantándose.

—Pero usted posee admirablemente el francés, comentó la señora.

—Tanto como admirablemente... Lo perfeccioné un poco cuando fuí escribiente del jefe de ingenieros en el ferrocarril de la compañía francesa.

—Y estuvo ya en Francia?

—Todavía no, aunque pienso ir, como es natural.

—Pronto?—interrogó Luisa.

—Ni pronto ni tarde. Es un proyecto en postergación permanente, añadió Suárez Vallejo chanceando.

Y se despidió.


IV

Mas, apenas hubo salido, cuando Efraim saltó con brusco reproche:

—Qué tienes tú que interesarte porque un conocido se vaya o no? Qué puede pensar ése de tu pregunta?

—Tienes razón, Toto, acató la joven suavemente.

—Tienes razón... tienes razón... Ya sabemos