Esta página ha sido corregida
208
LEOPOLDO LUGONES
Dos días después, entre la multitud de despachos que colmaban mi diario matinal, hallé uno confirmatorio, de Lisboa:
"En forma repentina, ha fallecido en el edificio de la legación, donde moraba, el ministro de..."
—Al fin!... —díjeme, como aliviado a mi vez por una especie de melancolía dichosa.
Pasaron las horas, sin mayor preocupación a decir verdad, cuando cerca ya del mediodía, el portero apareció con una tarjeta.
—Juan Medina, acopiador—leí en voz alta. No sé quien es. Dígale que no estoy.
El portero volvió momentos después con un legajo que el visitante me dejaba sin insistir.
Bajo mi dirección, puesta con tinta en la cubierta, había escrito a lápiz, en caracteres arábigos y latinos: Ibrahim.