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LEOPOLDO LUGONES

extraordinario. Asimismo, no todas las mujeres son ángeles. Pero la condición angelical sólo existe en la mujer.

—Con lo que viene a ser exacta la interpretación, teológicamente herética, de Boticelli.

—Sin duda, porque los ángeles no se hacen visibles sino en figura femenina.

—"Angeles o demonios", recordé, vulgarizando con desacierto.

—Triste lugar común!—refutó como apenado. Hasta para el teólogo más feroz, todo demonio es, al fin, un ángel caído.

Su palidez habíase aclarado con una especie de lejano trasluz, mientras los ojos ahondábansele, más sombríos que nunca. Sentí que en torno suyo formábase una como depresión aérea, o lento desnivel, que sin ser visible, tendía a atraerme con vaga impresión de vértigo. Y esta sensación fué tan nítida, que resistí, asiéndome instintivamente a los brazos del sillón.

Pero mi interlocutor distrájome a tiempo, agregando sin alterar la mesura de su tono:

—La concepción femenina del ángel, pertenece a la más pura alma de artista que haya existido nunca: es del beato Angélico, quien , seguramente, "vió" en un éxtasis, lo que Sandro no haría más que imitar después.

Reaccionando entonces contra aquella situación, tan absurda como el diálogo que la sugería, concluí no sin sarcasmo:

—Fácil era inferirlo por el título popular de "pintor de los ángeles" que daban al dominico.

—Es posible. Pero advierta usted que la creen-