—¡Jesús! Si parece un titirimundi.
—¡Pero, es extraño!...—adujo Clara, fijándose en el fenómeno que se desarrollaba á sus ojos.—Yo no me explico sus movimientos.
—Es verdad—prorrumpieron todos parando mientes en caso tan original.
—¿Qué es ello?—preguntó el sabio.
—Mire usted. Lo hacen todo á la inversa.
—¡Ah! sí—repuso el sabio dándose cuenta de lo que para él carecia de importancia, pues ya lo tenía previsto.—Eso consiste en que, como nosotros vamos viajando hacia atrás en el tiempo, empezamos á ver la batalla por el fin.
—¡Ya!—interpuso Juanita.—¡Cosas de usted, que lo principia todo por la cola!...
Y efectivamente, los viajeros observaban la batalla de Tetuán con el orden cronológico invertido; como el héroe de Lumen de Flammarión veía la de Waterloo, al remontarse en espíritu á la estrella Capella, teniendo que pasar antes por los rayos luminosos de la Tierra que alumbraban en el espacio hechos posteriores.
—Observen ustedes—proseguía don Sindulfo—como lo primero que se advierte es que los cadáveres se incorporan.
—Es verdad—asentía Benjamín.—Y luégo disparan sus fusiles.
—Y después cargan.
—¿Cargan? Porque serán sabios—argüía la Maritornes, no desperdiciando ocasión de zaherir á su víctima.
—¿Qué es eso? ¿Huyen?
—No. Es que retroceden, porque caminamos hacia el momento en que están ocupando las posiciones que tenían antes de avanzar. Es decir, que ahora llegamos propiamente al principio de la batalla. De modo que parándonos podríamos asistir á ella por su orden.