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el anacronópete

marcha. Dos frontones coronaban los testeros ostentando en sus tímpanos el nombre del coloso y sosteniendo en sus caballetes la cubierta en plano inclinado, así dispuesta para las paradas; pues en movimiento—navegando por el vacío—ni había que cuidarse de los desagües ni precaverse contra las afecciones atmosféricas.

Exteriormente, era pues el Anacronópete una especie de arca de Noé sin quilla; toda vez que sus funciones no se relacionaban con el líquido elemento y que, para flotar en caso necesario, bastábale la tripa que, á modo de los antiguos navíos, arrancaba del suelo de la cala y se contraía debajo del balcón sirviéndole de soporte. Examinémosle ahora por dentro.

La planta baja la ocupaba toda la bodega á excepción del pequeño espacio—destinado á vestíbulo y á la escala espiral—que constituía la entrada de honor para las dependencias superiores, de las que se descendía á la cala por otra escalera de caracol levantada en uno de los ángulos. En el opuesto veíase el aparato del fluido García, con cuyas corrientes hacíanse inalterables los cuerpos; precaución tomada ya de antemano con cuantos materiales de construcción y provisiones de boca había á bordo. Enfrente de aquel, funcionaba el mecanismo Reiset y Regnaut para producir el oxígeno respirable. Tanto este aparato como el de la inalterabilidad estaban prudentemente reproducidos diversas veces en el Anacronópete, aunque sus efectos podían hacerse sentir en cualquiera parte con el auxilio de conductores. También las pilas eléctricas tenían los suyos diseminados por el vehículo, para llevar las corrientes á donde se necesitara un movimiento, porque allí toda actividad era mecánica. Así por ejemplo; la compuerta que, en forma de guillotina horizontal, dió acceso como hemos visto á los hijos de Marte, correspondía con otra de idéntica estructura tallada en el suelo del piso alto. ¿Queríase cargar el Anacronópe-