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el anacronópete

espacio. El Anacronópete se elevaba con la majestad de un montgolfier. Nadie aplaudía porque no había mano que no estuviese provista de algún aparato óptico; pero el entusiasmo se traducía en ese silencio más penetrante que el ruido mismo.

Llegado á la zona en que debía tener lugar el viaje, el monstruo, reducido al tamaño de un astro, se paró como si se orientara. De repente estalló un grito en la multitud. Aquel punto, bañado por un sol canicular, había desaparecido en el firmamento con la brusca rapidez con que la estrella errática pasa á nuestros ojos de la luz á las tinieblas.