Página:El Anacronópete - Viaje á China-Metempsícosis (1887).pdf/61

Esta página ha sido corregida
57
el anacronópete

los escondrijos. Fuéronse pues metiendo los unos tras la pipería de los caldos, los otros en los intersticios de los balotes de gramíneas; y así se formaban parapetos con los sacos de harina y los cajones de conservas, como se atrincheraban en los montones de legumbres ó hacían reducto del sarcófago de la momia.

Clara recomendó á todos la mayor prudencia exhortándoles á no moverse hasta que ella ó Juanita viniesen en su busca, lo que, en nombre de sus compañeros, le fué prometido solemnemente por Pendencia, excitando una carcajada unánime al asomar la cara embadurnada de blanco por efecto de sus frotaciones contra unos costales de candeal.

Mientras esta escena tenía lugar en el Anacronópete, fuera ocurrían incidentes dignos de ser narrados.

Concluída la conferencia, don Sindulfo, como hemos visto, empezó su marcha triunfal desde el Trocadero al Campo de Marte entre los vítores de la multitud frenética y dos filas de guardia nacional que la villa de París había puesto á su disposición para conservarle el paso expedito. Una vez dentro del área de la exposición, el maire invitó al sabio á reposarse breves momentos en una elegante tienda de campaña levantada ad hoc cerca del Anacronópete, en el centro de la cual veíase una mesa capaz de satisfacer la intemperancia de Lúculo y de emular la esplendidez de los festines de Cleopatra. Era el lunch de despedida ofrecido por la municipalidad de París al insigne inventor, pues parece imposición de la naturaleza, respetada por la costumbre, que en todo regocijo público el estómago haya de meter la primera cucharada.

Sentáronse anfitriones, convidados y parásitos (planta que brota espontáneamente en todos los comedores) y, con el reposo del cuerpo, dió principio el trabajo de las mandíbulas. Durante los encurtidos, los torsos formaban con la mesa un ángulo recto. Á medida que el lastre iba estivando el aparato digestivo,