para los doce meses restantes; pues nadie deja de estrenar algo en año nuevo; y hasta los pobres de solemnidad, á falta de otra cosa, renuevan el cordón con que se trenzan la coleta. En cambio ellos te obsequian con toda clase de dulces, desde el de toronja ó zambúa, hasta el de guisantes en vaina azucarados; y te regalan cohetes.
Entre las clases acomodadas el ceremonial es el mismo, sin más diferencia que el hacerse á cencerros tapados. Se saludan por tarjetas, pedazos rectangulares de papel grana, de un palmo de largo, con tres ó cuatro caracteres negros, del diámetro de un napoleón; se envían presentes comestibles, y se visitan con el ritual que te explicaré al hablarte de mis relaciones sociales con los hijos del cielo. Poco á poco el bullicio va perdiendo en intensidad, y quince días después todo torna á su natural estado.
Los chinos celebran otras festividades; pero en ninguna de ellas se cierran los establecimientos ni se suspende la vida pública. La conmemoración de los difuntos, que tiene lugar durante la cuarta luna, se reduce á quemar objetos de uso doméstico, simulados en papel, que por ese medio creen enviar á los errantes espíritus para que no carezcan en la otra vida de lo necesario. Lo más notable de este rito son las visitas á las pagodas que entonces se construyen á expensas de los consumidores, pues se sufragan con el producto de una especie de subsidio con que todo expendedor recarga sus ventas anuales y que religiosamente entrega á la comisión encargada de alquilar ó adquirir los adornos y de dirigir los festejos.
Estas construcciones, que ocupan un área como la plaza Mayor de Madrid y tienen una elevación como la de la nave del Escorial, están hechas exclusivamente de bambú sin el auxilio de un clavo ni otra trabazón que la de sus muescas y nudos. De aquellas inmensas bóvedas penden millares de lámparas y objetos de