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enrique gaspar

el sentido de la multiplicación. Veamos cómo está organizada esta operación aritmética.

El nacimiento de una hembra es una desgracia en el hogar. La ley protege al marido cuya mujer no le ha dado hijos varones, y le autoriza á tomar concubina legal. La superstición, base de esta sociedad, va aún más lejos, y madres hay que considerando como un castigo celeste el no tener sino hijas, las matan, por aplacar el enojo divino. Venderlas es cosa frecuente; por dos reales adquieres una niña de tres ó cuatro años. No hace muchos días vino una madre á regalarnos la suya, en agradecimiento de unos juguetes que á su hijo le habían dado los míos.

Es tan inconcebible lo que voy á contarte y tan frecuente en los escritores el inventar por producir efecto, que, aunque te consta mi veracidad, creo de mi deber repetirte bajo palabra, para satisfacción de tus lectores, que estas correspondencias no tienen otro mérito que el de la exactitud, reducidos sus detalles las más veces á las menores proporciones, pues cosas hay que no sabe uno cómo decirlas, y que no obstante se deben dar á conocer.

Entre muchas hermanas hay siempre una que es la predilecta de los padres, predilección que debe trascender al público, lo que consiguen colocándole en un lado de la cabeza el tuferito de pelo que las demás ostentan en mitad del occipucio, hasta que ya adultas unas y otras, dejan crecer la parte afeitada y adoptan el peinado de soltera ó el de casada, aun siendo célibes, si no quieren consagrarse al matrimonio. Por supuesto, no las enseñan á leer ni á escribir, y su educación se reduce á empezar á comprimirlas el pié desde que tienen cuatro años, para destinarlas á esposas, que necesariamente han de ser de pié pequeño. Hablo de las clases acomodadas, pues los pobres, como en todas partes, hacen lo que pueden, y se casan sin miramiento á la base.