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enrique gaspar

Tsen, que la recibe con una carcajada, y le explica que es él quien ha tomado la forma de Wang-Sun, concluyendo con esta frase.

«¡Vamos! ¿Te convences de que lo mismo sois todas?»

Los hechos históricos que en el teatro se representan, son más bien escenas gimnásticas, en las que los combatientes se entregan á saltos muy notables, luciendo trajes lujosísimos y armas de una rareza ejemplar, cuya autenticidad es notoria, pues aún se usan, y las describiré á su tiempo cuando te hable de mi visita al virrey de Cantón.

Lo original de estas representaciones es el combate. Si la crónica refiere que el héroe de la leyenda mató á quinientos combatientes, no cesará el espectáculo mientras los comparsas no hayan pasado otras tantas veces bajo el filo de su espada, que él blande de un modo muy artístico, figurando que mata con ella á sus enemigos; hasta que al fin, para indicar que la lucha ha terminado, coge una cabeza de cartón que está sobre la mesa, y hace como si la derribara de un tajo. Entonces retumban vivas y gritos de victoria, y cercándole de banderas, se lo llevan en triunfo; el público murmura, y si no cae el telón por no haberlo, sale uno á respirar el fresco ambiente de la tarde.