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viaje á china

río y se penetra en la ciudad propiamente dicha. Allí están las casas habitables, el palacio del gobierno, el City hall ó casa municipal, las iglesias, colegios, congregaciones, paseos, espectáculos; todo en medio de árboles y de flores; pero con carácter europeo adaptado á las condiciones locales. Poca sociabilidad, trato inglés, formalidad, mucho comfort; pero expansión, cero.

El 10 salimos de Singapore y empezamos á subir hacia el N. el mar de la China, cruzando el golfo de Siam. El 12 recalamos en el cabo de San Jaime, mole imponente erizada de bosque virgen, en cuya cumbre se levanta el semáforo, visitado constantemente por fieras, contra las que tienen que vivir apercibidos los vigías condenados á aquel peligroso servicio. Siguiendo la costa, aparece de repente, bajo la pesadumbre de aquella montaña, un fondeadero llamado la Bahía de los cocoteros; pintoresco y ameno lugar donde se halla establecida la estación telegráfica del cable submarino, por la que, pocos días después, recibía mi familia la noticia de mi feliz llegada, á las siete horas de mi desembarco en Hong-Kong, mediante la módica suma de once pesetas por palabra.

Remontamos con la luna el Donaí, ancho y profundo río, lleno de zig-zag con monótonos, pero verdes ribazos, en los que duermen algunos cocodrilos; y antes de que alborease el día 13, atracábamos delante de