después de índice á índice, estaba seguro de llegar en unos seis meses á su destino, cuando no tenía que detenerse un par de ellos, esperando viento favorable sobre la extremidad del anular derecho, conocido con el nombre de Cabo de las Tormentas ó de Buena Esperanza.
Pero un día el orbe entero se conmovió. Era por los años 1820. Un inglés llamado Mr. Wagorne había imaginado el modo de hacer llegar el correo desde Europa á las Indias, ganando más de una mitad de tiempo. Time is money, gritó la Gran Bretaña; y la Mala inglesa quedó establecida de este modo: un buque de vapor conducía los paquetes desde Gibraltar hasta el nudillo del pulgar derecho, ó sea Alejandría; desde allí, atravesando el dedo, ó sea el istmo, el correo era llevado por tierra con graves riesgos y exposiciones, hasta el puerto de Suez, en la bifurcación del pulgar y el índice: y una vez en Suez, otro vapor de la compañía Peninsular y Oriental inglesa lo dirigía á su destino por el mar Rojo.
Era este un inmenso adelanto, y bien merecido tiene Mr. Wagorne el busto que la Compañía le ha levantado en el extremo del canal; pero la rapidez de la Comunicación postal no hacía sino aguijonear la impaciencia del mercader que, si bien recibía la remesa con mucha antelación, no por eso las mercancías tardaban menos. En esto apareció Mr. de Lesseps, y esgrimiendo unas tijeras de gran temple intelectual y de muchos millones de coste, dió un corte en el itsmo, hizo que dos mares, hasta entonces separados por dimes y diretes de una mala lengua de tierra, quedasen amigos hasta el extremo de vivir juntos, y ayudado por el vapor, logró que en la quinta parte del tiempo que un buque invertía antes en costear el África, pueda hoy el viajero trasladarse desde el Campo de Marte hasta Pekín.
El canal no es otra cosa que una inmensa zanja