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Macao, 8 de Octubre de 1878.
Querido amigo: No me exijas que éntre en un análisis profundo de las cosas que vamos á ver. Recuerdo aún la sorpresa que me produjo siendo niño, y ya empieza á ser larga la fecha, el primer prestidigitador que admiré en un teatro, y el desengaño que experimenté cuando, ya mozo, supe que tenían doble fondo las cajas; y desde entonces, siempre que puedo, me limito á la superficie, sin meterme en honduras, convencido de que la ilusión es más bella que la realidad.
Te convido, pues, á una función de fantasmagoría sin alardes de erudición, en la que, si errores cometo, no serán de trascendencia, puesto que no trato de producir enseñanza.