Página:El Anacronópete - Viaje á China-Metempsícosis (1887).pdf/191

Esta página ha sido corregida
187
el anacronópete

El podium, que era como si dijéramos la meseta del toril con gradines y extendiéndose por todo el círculo de la plaza, estaba destinado á los funcionarios de alta jerarquía. En él campeaba el cubiculum ó palco del Prefecto, á imitación del suggestum ó trono del emperador en Roma, cubierto con un dosel á manera de pabellón; distintivo que, aunque menos suntuoso, ostentaban asimismo las localidades accidentalmente ocupadas por una vestal, un senador ó algún enviado de las naciones extranjeras.

Á continuación del podium venían las filas de gradas para los caballeros; y tras de ellas la popularia, el tendido, el sol por decirlo así; aunque la comparación no es fiel, pues maldito si los rayos del rubicundo Febo molestaban al público. Y no es porque nubes lo empañasen, que esplendente brillaba en mitad del firmamento, y con alientos tales que, no por ser el octavo día del mes de setiembre, pudieron prescindir de refrescar el ambiente, como lo verificaban en canícula, merced á un licor odorífero compuesto de agua, vino y azafrán, conducido por unos tubos hasta el espacio cubierto, consagrado á las mujeres en la parte superior del edificio, para desde allí hacerlo caer en lluvia cernida sobre el concurso. Tampoco obedecía el eclipse al capricho de ninguna empresa niveladora de clases en beneficio de sus intereses, como la de Casiano, que en Madrid y en el año de gracia de 1874, se permitió fijar este anuncio célebre la víspera de una corrida extraordinaria: De orden de la autoridad mañana no hay sol. Consistía sencillamente en que por encima de las cabezas de los circunstantes corrían unos toldos de lona que en los grandes circenses romanos solían ser de seda y púrpura bordados de oro.

Bajo el podio, en derredor de la arena, estaban las caveæ, bóvedas ó casetas poco elevadas, con sus posticœ ó compuertas cerradas por los ferreis clathris—grifos de hierro—en las que se metía á los gladiadores y