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contra esta estrecha manera de ser que conside- raba unos asuntos del Antiguo Testamento como dictados directamente por Dios, y otros tan exce- lentes como ellos, no; ¡como si hubiera algo más noble y grande que no viniese de Dios y no fuese resultado de su influencia!

"Soy completamente de su opinión-replicó Goethe-. Pero las cosas bíblicas pueden consi- derarse desde dos puntos de vista. Hay el pun- to de vista de una especie de religión original, el de la pura naturaleza y razón, la cual es de origen divino. Este permanecerá eternamente el mismo y durará y regirá mientras existan seres dotados de talentos por Dios. Pero sólo es para es- cogidos y es demasiado alto y noble para hacerse general. Hay luego el punto de vista de la Iglesia, que ya es más humano. Es defectuoso, mudable y sujeto a cambio; pero durará, sin embargo, eternamente, mientras haya seres humanos débi- les. La luz de la pura revelación divina es de- masiado limpia y brillante para que pueda sopor- tarla el hombre simple y débil. Pero la Iglesia aparece como intermediaria bienhechora, para moderar y adaptar las cosas, con el objeto de que la revelación llegue a todos y redunde en bien de muchos. La Iglesia cristiana tiene la creencia de que es sucesora de Cristo, y por eso puede libertar a los hombres de sus pecados; esto le da una gran potencia. Y los clérigos cris- tianos cuidan muy bien de conservar esta poten- cia y prestigio y asegurar el edificio eclesiástico.

Ben Nou Espa