-replicó Goethe-. ¡Cómo ha de haber nada me- jor! Y aun cuando realmente fuera mejor, ¿qué importaría? Cuando un artista ha llegado a cier- to nivel de perfección, importa poco que una de sus obras haya resultado algo mejor que la otra. La persona entendida verá en cada una de ellas la mano del maestro y toda la extensión de su ta- lento y facultades."
Viernes 17 de febrero de 1832. *
Le había enviado a Goethe un retrato de Du- mont, hecho en Inglaterra, que pareció interesar- le mucho.
"He contemplado repetidas veces el retrato del gran hombre-me dijo esta tarde Goethe cuando fuí a visitarle. Al principio me pareció algo an- tipático, lo cual atribuyo a que el artista ha he- cho demasiado duros y demasiado hondos los ras- gos. Pero a medida que contemplaba la interesan- te cabeza iba desapareciendo la dureza de las fac- ciones, y del fondo obscuro iba destacándose una expresión de serenidad y bondad, una dulzura fina y espiritual, que caracterizan al hombre inteli- gente, benévolo, que trabaja por el bien general y que tanto confortan el alma del espectador."
Luego seguimos hablando de Dumont, particu- larmente de las Memorias de Dumont acerca de Mirabeau, en donde descubre las numerosas cola- boraciones que Mirabeau supo aprovechar y nom-
CONVERS. GOETHE.-T. III. 22