cuadros de Rembrandt, en los que cree uno sentir el aire de la noche. Víctor Hugo ha tratado asun- tos semejantes, pero no con la misma fortuna. En las descripciones nocturnas de este poeta, de indudable talento, no es nunca de noche, sino que los objetos aparecen tan claros y visibles como si fuese de día, y la noche descrita es falsa. Soret ha sobrepujado, sin duda, al célebre Víctor Hugo en su Media noche".
Celebré este elogio y me propuse leer lo más pronto posible la trilogía de Soret. "En nuestra literatura poseemos muy pocas trilogías" - ob- servé.
"Esta forma-replicó Goethe-se usa muy ra- ramente entre los modernos, Primeramente, es necesario encontrar una materia que pueda di- vidirse naturalmente en tres partes; en la pri- mera ha de tener lugar una especie de exposi- ción; en la segunda, una catástrofe, y en la ter- cera, una solución armónica. En mis poesías del mozo y la molinera se encuentran reunidas todas estas exigencias, aunque al escribirla no pensa- ba en hacer una trilogía. Mi Paria es también una trilogía perfecta; este ciclo sí lo pensé y traté como trilogía desde el principio. En cambio, la Trilogía de la pasión no la concebí originaria- mente como trilogía, sino que se fué haciendo poco a poco, y, por decirlo así, casualmente. Pri- meramente, como usted sabe, escribí la Elegía, como poesía aparte. Luego me visitó la Szyma- nowska, que había estado conmigo este verano Za de Cam