son excesivamente románticos. Pero todas testi- monian de un gran don de observación y de una gran profundidad psicológica, merced a las cua- les pueden perdonársele al autor, de buena gana, algunas inverosimilitudes de detalle."
Martes 23 de enero de 1831. *
En casa de Goethe, acompañando al príncipe. Sus nietos se divertían con juegos de manos, en los cuales se distingue particularmente Walther. "No me importa-dijo Goethe-que los chicos entretengan sus horas ociosas con estos juegos. Particularmente en presencia de un pequeño pú- blico, esos juegos son un excelente medio para ejercitarse en hablar desembarazadamente y con- seguir ligereza corporal y espiritual, de lo cual nosotros, los alemanes, no andamos muy sobra- dos. La desventaja que pudiera originarse de la pequeña vanidad que fomentan queda equili- brada por estas adquisiciones."
"Además, ya se cuidan los espectadores--dije yo-de evitar que se produzca ese efecto, por- que, generalmente, miran escrupulosamente al pe- queño artista y se gozan en burlarse de sus equi- vocaciones y en descubrir y publicar sus secre- tillos."
"Les pasa lo que a los actores-replicó Goe- the, que son hoy aplaudidos y silbados maña- na, con lo cual el efecto queda equilibrado." Crusca de Expo