en los asuntos de Goethe; él sabe lo que hace y él se las arreglará como pueda. Id a verle y decírselo a él mismo, si os atrevéis." "Pero no pareció nadie-agregó Goethe rién- dose, y continué haciendo derribar la parte de los viejos muros que me estorbaba, consiguiendo así al fin ver seca mi Biblioteca."
Miércoles 17 de marzo de 1830. *
Por la noche, un par de horitas en casa de Goethe. Le devolví, por encargo de la gran du- quesa, Gemma von Art, y a propósito de esta. pieza le dije todo lo bueno que de ella pensaba.
"Me regocijo-replicó-siempre que veo que se ha producido algo que es nuevo en la invención y lleva la marca del talento." Luego, cogiendo el tomo con entrambas manos y mirándolo un poco de lado, agregó: "Pero no me parece bien que los escritores dramáticos escriban piezas de- masiado largas, para poderse representar tal como se escribieron. Esta imperfección me quita la mitad del placer que me producirían. Vea usted qué volumen tan grueso forma esta Gem- ma von Art."
"Sin embargo-repliqué, de este defecto ado- lece también Schiller, que no por eso ha dejado de ser un gran escritor dramático."
"También Schiller ha pecado por ahí--dijo Goethe. Singularmente sus primeras obras, es- 20 Geode Comid