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curado alivio alguno, sino que he trabajado y me he esforzado cuanto he podido. Si todos pudieran decir lo mismo, no nos iría mal."

"En el fondo, ese reproche no debe molestarle a usted-dije, procurando calmarle-, sino que más bien debe enorgullecerle. Pues eso significa que la opinión que el mundo tiene de usted es tan alta, que pide que quien ha hecho más que otro alguno por la cultura de su nación lo hubie- ra hecho todo."

"Sé perfectamente lo que digo-replicó Goe- the Esos reproches encierran más malevolencia contra mí que la que usted cree. Yo veo en ellos la continuación del antiguo odio con que se me persi- gue hace años, y que solapadamente quiere hacerme daño. Ya sé que los estorbo a muchos y que con gusto se verían libres de mí, y como no pueden ata- car mi talento, atacan mi carácter. Unas veces soy orgulloso; otras, egoísta; otras, lleno de envidia contra los escritores jóvenes; otras veces, perdido en los placeres sensuales; otras veces no soy cris- tiano; y, por último, otras veces me falta el amor a la patria y a mis queridos compatriotas. Usted me conoce bastante desde años y sabe el valor que tienen esas opiniones. Mas si quiere usted saber cuánto he sufrido, lea usted mis Xenien, y por la manera como yo reaccionaba contra ellos, com- prenderá usted los ataques con que sucesivamente han querido amargarme la vida.

"Un escritor alemán es un mártir alemán. Sí, querido amigo; a usted le ocurrirá lo mismo. Y, HOMAS ZIEMASON LAY