nados cuidadosamente sobre varias mesas. Goe- the habló con este motivo una vez más del ex- traordinario talento de David, tan excelso en la concepción como en la ejecución. También me mos- tró una gran cantidad de obras nuevas de los es- critores más distinguidos de la escuela románti- ca, que por mediación de David le habían rega- lado sus autores. Había obras de Sainte-Beuve, Ballanche, Víctor Hugo, Balzac, Alfredo de Vi- gny, Jules Janin y otros. "David-dijo-me ha proporcionado muy hermosos días con su envío. Es- tos poetas jóvenes me ocupan durante toda la se- mana, y la fresca impresión que producen me hace sentir como una nueva vida renovada. Haré un catálogo de estos retratos y libros y le seña- laré un sitio especial en mi colección de arte y en mi biblioteca." Se veía que Goethe se sentía di- choso por este homenaje tributado a los poetas jóvenes de Francia.
A continuación leyó trozos de los Estudios, de Emilio Deschamps. Encomió la traducción de La Novia de Corintio, que le pareció muy fiel y acer- tada. "Poseo-dijo-el manuscrito de una traduc- ción italiana de esta poesía, que reproduce hasta el ritmo del original."
La Novia de Corintio le dió ocasión a Goethe para hablar del resto de sus baladas. "La mayoría de ellas se las debo a Schiller-dijo, que me impulsaba constantemente a escribirlas porque ne- cesitaba constantemente original para las Horen. Teníalas en la imaginación desde hacía muchos