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hombre que ha sufrido un gran naufragio y que se acoge a una tabla que sólo puede llevar a uno. Este se salva mientras los demás se ahogan la- mentablemente."


Domingo 14 de febrero de 1830. *

El día de hoy fué un día de luto para Weimar; la gran duquesa Luisa murió esta tarde, a la una y media. La gran duquesa reinante me mandó ha‍ cer a Goethe y a la señorita von Waldner una visita de pésame en su nombre.

Fuí primero a ver a la señorita Waldner. La encontré deshecha en lágrimas y profundamente entristecida y entregada al sentimiento de la pér- dida sufrida. "Estuve más de cincuenta años-dijo ella-al servicio de la difunta princesa. Me había nombrado su dama de honor, y esta elección suya voluntaria era mi orgullo y mi dicha. He abando- nado a mi patria para entrar a su servicio. ¡ Ojalá me hubiese llevado consigo para no tener que alentar tanto tiempo hasta reunirme con ella!

A continuación fuí a ver a Goethe. ¡Qué distinto efecto le había causado la noticia! Seguramente no sentía menos la pérdida sufrida; pero quería domi- nar sus impresiones. Le encontré sentado a la mesa, con un buen amigo, bebiendo una botella de vino. Hablaba con vivacidad y parecía de muy buen humor. "Vaya-me dijo al verme, venga usted y siéntese. La catástrofe que nos amenazaba ha es-