MEMORIAS Y TRADICIONES 57
Su alma parece medida
para su cuerpo 'extenuado (1) y las pasiones de vida
son en él cua] planta hundida en fango oculto y privado;
O como marchita flor
que aunque la forma recuerde, toda su excelencia pierde
desde que falta de olor
cayó del vástago verde.
TI
Mas vése al viajero curioso ha un instante y atento, observando
los indios que marchan a pie, y por delante la llama elegante
y el asno a la carga que lento va andando.
La récua a su frente, la senda desvía y cruza al costado
del ancho camino que en antes traía y al mismo le guía,
que nuestro viajero detrás ha dejado.
Saludan los indios, su blanda montera bajando hasta el pecho,
que es trato en que aquéllos están con cualquiera que al paso saliera,
y “adiós” el viajero les da satisfecho.
Detiénese un punto; los indios su paso detienen también.
Y empleando el primero palabras del caso, advierte un escaso
- Susurro en consulta o en duda más bien. (2).
En vano de nuevo requiere y pregunta, porfía y da treguas,
y espera que emita contesto la junta, acciona y apunta
ansiando imponerse ¿le faltan qué leguas?
Con otro susurro o idioma que ignora, los indios contestan,
y entonces ¡cuánta ansia su pecho devora! Maldice de esa hora
y sigue ignorando qué leguas le vestan.
(1) Hacemos esta descripción apreciando la condición físico-moral característica, en lo común, de las razas indígenas; pero ello no importa una negativa de las excepciones. Hay indios hermosos, de corazón ar- diente y viva imaginación.
(2) Los indígenas contraídos a las faenas del campo y vecinos de apartados lugarejos encerrados dentro de las sierras, no saben el cas- tellano; y aquellos que algo han aprendido, se excusan de ejercitarlo.