Página:Echague Memorias tradiciones.djvu/164

Esta página no ha sido corregida

164 PEDRO ECHAGÚE

—Eso mismo.

—«¿jAlhora salimos con eso? Yo creía que me iba a dejar en libertad...

—=34) las criaturas de su clase hay que tenerlas siempre sin cadenas, pero aseguradas.

—¿Y para qué quiere usted tenerme asegurado a mi?

—No es cosa fácil hacerle comprender a un pazguato para qué puede ser útil. (El. mundo no tiene nada que esperar de us- ted, Ñor Feliz. En cambio a mí me hace usted falta para mi divertimiento.

Ñor Féliz guardó silencio y clavando la vista en el suelo se acordó de una moza rolliza, vecina de su pago, que solía dete- nerse en las ventanas de la escuela para oírle dar su lección..

Por el] momento, este inesperado proyecto matrimonial que- dó en suspenso, visto el escaso entusiasmo con que lo había re- cibido el presunto novio.

Corrió el tiempo. ñÑor Féliz había cumplido veinticuatro años y hacía seis que tomaba las lecciones del viejecito español. Era evidente que el cacúmen del discípulo había ya dado cuan- to podía dar; estaba como empedernido en el primer texto, y cualquier otro impreso que se le presentase le parecía poco me- nos que indescifrable. ,:s barbas habían crecido como la ma- leza, y el bonito rostro de antes aparecía ahora invadido por una verdadera maraña de pelcs. Ñor Féliz, no se olvidaba de la moza rolliza y ésta le había mandado decir que ella haría con gusto, de la hilaza de sus barbas, un cordón para sujetarse el cabello.

'En cuanto a la Chapanay, seguía acariciando en silencio su plan de casamiento. Para reducir al rebelde candidato a mari- do, le regalaba prenditas para el caballo y uno que otro poncho de colores subidos. ¡Cuando llegó el trimestre en que el barbu- do alumno debía irse a sus clases a Río Seco, ella se puso en expedición sobre los campos externos de San Juan.

Acompañábanla en esta excursión dos leales servidores que hasta el presente no han sido mencionados: un corpulento pe- rro que obedecía al nombre de “Oso”, y que en realidad se pa- recía a este animal, y un menudo cuzquito ladrador que se lla- maba “Niñito”. -

Sobre la raza y la bravura del Oso, pacientemente amaes- trado por su ama, se le habían dado calurosas recomendaciones. Los hechos probaron más tarde que éstas no eran exageradas.


Bastante camino llevaha adelantado ya la ¡Chapanay en di- rección a Jáchal, cuando fué alcanzada por un paisano que, ex- presamente enviado por don José Antonio Moreno ,recorría des- de hacía tiempo las campañas buscándola para transmitirle un mensaje de importancia. Este consistía en lo siguiente: se ha- bían introducido en la provincia de San Juan dos famosos sal- teadores apodados “Los redomones”, que venían prófugos de la cárcel de Mendoza, y andaban merodeando entre los depar- tamentos de 'Caucete y Angaco Norte. Se trataba de dos crimi- nales peligrosos, según comunicaciones de la provincia vecina, que traían la intención de deshacerse de cualquier manera de Martina Chapanay, a quien acusaban de espía de la policía y consideraban como un grave estorbo para llevar a cabo su plan de fechorías. Se habían estrenado en la región, robándole al señor Moreno dos parejeros de gran precio.