100 PEDRO ECHAGUE
Pero los dos contrastes últimamente sufridos, y de ¡cs que hemos hecho recuerdo, dificultaron la posibilidad de llevar a ca- bo la permanencia dentro del territorio de Santiago, y dos días después de ocupar la capital la División del general Acha, se puso en marcha en dirección a Tucumán. En cuanto a la fuerza insu- rrecta, atravesó el ¡Chaco y tocó feliz la puerta de sus hogares. Después contribuyó con sus armas al triunfo de Caguazú, que hizo bambolear un momento el poder del opresor de los pueblos del Plata.
El caso de quien redacta estos apuntes, es el de aquellos via- jeros que pasan al borde de un camino real, siguiendo una peque- ña senda. No penetraré en el campo de la historia, y continuaré divagando, al azar de mis memorias, por senderos de atajo. Mero cronista de episodios dignos de concurrir a alimentar las fuentes de la historia, como concurren los arroyos a los ríos, me ceñiré al relato, es decir al testimonio verbal de lo que sé, immientras llega el historiador que haya de dar forma a las páginas de una época de veinte años, descollante por la tiranía que la determina; descollante por los martirios que sufrió toda la patria; desco- llante por 1 esfuerzos de una joven generación, que sostenida por su ideal y por su fe, por el respecto de su fioriosa tradición y por su esperanza en el porvenir, protestó del sometimiento en que cayó la mayoría de ur vueblo envilecido, y se lanzó a redi- mir en los campos de bata !., como Cristo con su sangre, el ho- nor y la libertad de la Nación Argentina. Si al referir sumaria- mente algunos de los acontecimientos que ocurrieron en la época en que tiene acción nuestro episodio, incurro en alguna altera- ión rospecto de la fecha, o en algún leve descuido, contradi mu olvido, sírvame de disculpa la circunstancia de escribir tas páginas immás de cuarenta años después de sucedidos los hechos a que se hace referencia en ellas; sin otro apunte ni do- cumento que mis recuerdos, agregados a los datos que escrupulo- samente recogí por entonces, y algunas rectificaciones posteriores.
Convertida nuevamente la capital de Tucumán en centro de
robustecimiento de la mayor parte del ejército que anteriormente
ismo había partido, hízose punto de refugio para los
oficiales e individuos de tropa que, salvados de las jorna-
adversas, buscaban incorporarse 'al general La Madrid. Este
condujo a su retorno a Tucumán, un número escogido de jóve-
ne pertenecientes a las principales familias provincianas, además
de aquellos otros que antes figuraron en el memorable Escua-
drón Mayo. De esta entusiasta e ilustrada juventud, se formó
In oficialidad de los cuerpos cuya nueva organización se comenzó
inmediatamente que el general La Madrid hubo llegado a la ca-
pital de Tucumán. De entre ella salieron los famosos artilleros
que murieron más tarde sobre las cureñas de sus cañones en
Famaillá, Monte Grande y Rodeo del Medio; de ella surgieron
los ingenieros y peritos que improvisaron la mejor maestranza
que hayan tenido las provincias del interior. Y cuando la ad-
versidad contrarió hasta el último esfuerzo de las armas liber-
todoras, fué parte de esa juventud la que traspuso las fronteras
para ir todavía a pelear por la libertad en país extranjero; a
continuar con el pensamiento la lucha que empezó con la espada,
sin dejar por eso de entonar quejúumbrosas endechas por la patria
ausente.