días; lo que no significa que esta conjunción de costumbres indígenas precolombinas y de procedimientos de evangelización católica hispana, no haya tenido un comienzo aún más remoto, de acuerdo con los tempranos afanes en este campo de las autoridades del Reino de Chile.
Con respecto a la Fiesta de La Candelaria en el extremo sur de Chile continental, ella se reduce a la celebración realizada durante un único día, en la precisa fecha del dos de febrero, y siendo su sola y máxima muestra de homenaje público, la procesión en Carelmapu, a la cual acuden cerca de cuatro mil devotos, principalmente de las provincias de Llanquihue y Chiloé.
Al término de esta ceremonia folklórica religiosa, muchos concurrentes aprovechan las horas del atardecer para visitar los sitios de entretención, que, en gran número se instalan comercialmente, donde bailan y consumen comidas y bebidas, como sucede normalmente en otras festividades del país, entre las que podemos citar la de la Virgen de Lo Vásquez, la de Santa Rosa de Pelequén, la de San Sebastián de Yumbel, en todas las cuales se produce un clima psíquico particular, muy bien captado en el caso