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la piel de un ser humano; usar el Caleuche - buque fantasma oficial del gremio - como medio seguro y oculto de trasporte; transformar a otro o a sí mismo en algún animal apto para los fines requeridos, especialmente en ternero, cabro, perro, zorro, gato o gallina, siendo frecuentes los casos de brujos que han conservado para siempre éstas u otras formas zoológicas, sea por torpeza o debido a la intervención voluntaria o involuntaria de quienes escondieron o destruyeron las sustancias mágicas necesarias para recuperar la figura humana. Prerrogativas no menos valiosas son las que se trasuntan en el empleo de dones adivinatorios, en el cuidado de entierros y, a menudo, en la ejecución de daños, por inclinación propia o a petición de terceros, cuya acción y efecto son llamados males por los entendidos, quienes hacen el distingo entre rociada o mal tirado, que se produce de un modo fulminante y que puede enviarse desde cualquier distancia, y mal impuesto, de lentas y discontinuas consecuencias, más intenso que el anterior, pero sujeto a complicadas fórmulas y manipulaciones de objetos íntimos del afectado, como prendas de vestir o anillos.

Entre las medidas más eficaces o contras para prevenir o evitar las incursiones de la brujería, se hallan las distintas especies de amuletos, las leyendas inscritas en puertas y muros de las viviendas, la costumbre de guardar ajos en la indumentaria, y, particularmente, la consulta a un brujo, eminentemente a uno blanco. Cuando es presumible estar frente a alguno, cualquiera que sea su clase, nada más adecuado que decir "martes hoy, martes mañana, martes toda la semana", ya que en ese día estos personajes de calidad mítica padecen de sordera, lo que también les ocurre en el instante en que es utilizada la locución en referencia, con lo cual quedan incapacitados para manejar sus maléficos poderes. Si es forzosa una defensa violenta y rápida hay que dispararle un escopetazo con un tiro cargado de sal en lugar de municiones, elemento infalible para ahuyentar a los más osados. Y entre los recursos simples y exitosos para desenmascararlos predomina el poner unas tijeras abiertas en cruz bajo el asiento del sospechoso, quien, de poseer la categoría supuesta, no podrá levantarse hasta mientras aquéllas no sean retiradas.

La hechicería folklórica nacional extiende sus dominios por todo el territorio, sobresaliendo ciertos focos regionales por la abundancia de individuos que en ellos se agrupan en beneficio de la activación del oficio, como sucede en Talagante, en la provincia de Santiago; en Vichuquén, en la de Curicó, y en toda la zona de Chiloé, cuyo centro máximo parece ser Quicaví. En lugares como éstos estarían las cuevas de Salamanca, sitios de reunión de los del arte, inaccesibles para los profanos, si bien éstos pueden ser invitados por brujos amigos, con muy estrictas condiciones, a las