en, a agrupación y especialmente en los capítulos que se refieran a la campiña, al escrutar la huelle del desamparado o de aquel incomprendido que esculpe arrobadores emblemas, interpreta el paisaje y aún esboza un bello perfil facial.
Este fondo de desquite social y de burla procaz que representa la grafología morbosa ha sido descalificado, dentro del complejo de inferioridad, como un puro afán de distinguirse y perpetuarse. Si la torpeza moral y la falta de gracia y de ingenio se ponen de relieve en las expresiones gráficas, las manifestaciones verbales de la coprolalia, o lenguaje de la obcenidad, cooperan con vocabularios morbosos dentro del idioma; distinguiendo diversos ambientes dentro de la raza. Lo más elevado y noble encuentra, a veces, bajos estados de miseria mental para interpretarlo y en especial las más puras cuestiones sexuales, casi siempre amagadas y envilecidas por la obcenidad y las expresiones insanas.
Toda esta corriente maligna exhibe y exalta su acción corrosiva en los vocabularios de los malhechores y de ciertos gremios y de preferencia en el caló de los delincuentes, descalificados, todos, de antemano, por su pobreza de léxico, sus invenciones inútiles de palabras, sus barbarismos sin asociación ideológica y la rudeza y rigidez de términos a los cuales solamente se les da intención por el tono en que se modulan. Pocas veces pintorescos estos despliegues no pasan de ser sistemas de solidaridad y armas de defensa en esa "vida en fracaso", en la cual participan los del oficio, del medio y del hampa.
Como una de las más estimables, útiles y raras rebuscas en el folklore puede figurar la ordenada y comentada reproducción de dibujos callejeros, sorprendidos en varias ciudades de Chile por el estudiante Osvaldo Rodríguez O. para optar al