los jesuitas, a establecidos en Bucalemu, en Calera de Tango y Chocalán. Los obrajes de esa primera hacienda llegaron, a su vez, a resultados positivos que aún fueron sobrepasados con la obra fina de la segunda, especializada al fin, en la textura de barracanes, picotes, sayales, cordoncillos, estambres y tocuyos. Muy luego habría de recibir su golpe de muerte esta promoción industrial con el alejamiento de esta comunidad y las labores chilenas de este ramo solamente vinieron a establecerse, en El Salto (Santiago) y Tomé a fines del siglo XIX.
Dispersados los obreros qué habían concurrido a las usinas coloniales, procedieron a refugiarse en sus tierras natales, continuando su dilección; pero, este vez, con tareas de artesanía íntimamente ligadas con los arreos y el vestuario de los campesinos. En la especialidad de las "labores guasas" ha perdurado en Chile una afición» ("chamantos) permanentemente desatendida por los Poderes Públicos;