casi en su totalidad, al consumo ordinario.
A fines del sigla XVI, y en los comienzos del XVII, obrajes y batanes improvisados, en Osorno y La Serena, contribuían al aprovisionamiento del dominio; y, con tan buena fortuna que luego hubieron de proyectarse más amplías instalaciones. Con los fundadores que se indican quedaban distribuidas éstas en El Salto (Santiago) por Jerónimo de Molina (1609), en Petorca (Talca) por Juan Jufré (1587), en Rancagua (O'Higgins) por Alonso de Córdoba (1640) y en Melipilla (Santiago) por Alonso de Rivera (1617). Desde sus cargos de gobernadores o encomenderos estos industriales activaron, cada día más, la producción textil y no pocos progresos y perfeccionamiento iban consiguiéndose en la calidad de las frazadas, cordellates, estameñas, jergas, paños pardos, bayetas, etc.
Fueron contrariados estos propósitos con la competencia