adscritos a estos ritos pegaros tan arraigados en el norte del país, las romerías cercanas a la Metrópoli llegan a perder muchas características propiamente folklóricas. Santa Rosa de Pelequén (Provincia de Colchagua) y San Sebastián de Yumbel (provincia de Concepción) representan las regulares peregrinaciones católicas, relegando el aspecto costumbrista a la presencia de bardos campesinos, adivinas y mercachifles que amenizan las concurrencias a estos actos piadosos. Hacia al Archipiélago de Chiloé vuelven a presentarse rasgos propiamente folklóricos, especialmente en las concentraciones marítimas algunas de las cuales se clasifican como auténticas procesiones flotantes.
La organización de los promeseros, principalmente de los fieles y penitentes, y en todo lo que se refiere a la asistencia, translación y manutención, es muy variable en las diversas latitudes. Hay algunas afluencias como las