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de estudio en su tierra de naturaleza. Encubriendo preceptos y estatutos ocultos que solamente conocen los ejecutantes, cantantes y danzantes, la zamacueca envuelve en su realización, y contradiciendo con su cándida apariencia de un interminable cortejeo, severas reglas de ejecución que no están al alcance de los no iniciados. Se ha visto "gente de sociedad", que ha aprendido la cueca con los mejores profesores, y que se desenvuelven admirablemente en un salón; pero, que al presentarse en un cuadro popular han revelado su incapacidad para interpretar el ritual. Aún en el rango de simples observadores solamente los versados y doctos sorprenden el código de ejecución de este rito y lo han calificado como una maravilla de exactitud, regida por una soberana intuición.

Como demostración coreográfica exige "profesionales" en el canto, en el acompañamiento instrumental y en el baile, para comenzar, interrumpir, reponer y terminar en los instantes precisos. La sorpresa de la conclusión es similar a la que produce la de la sardana de los catalanes y solamente los que representan el rito saben sobre su desarrollo y curso. En su mente llevan la cuenta para dar fin al acto; y, de común acuerdo, ante la estupefacción de los asistentes. Una vez mas hay que insistir en el contenido enigmático de la cueca. Su aparente sencillez y engañadora facilidad ocultan reglas e imposiciones que le han restado siempre popularidad y especialmente, la han sustraído a la difusión extranjera que se merece.

Esta