seis años; además, realizaron colectas en Lima y Santiago. En Santiago, el monasterio cambió el nombre de Santa Isabel por el de Santa Clara y el velo blanco por el negro.
Existía la costumbre de aportar como dote a las monjas, cuando éstas ingresaban, una o más esclavas, que seguían de su propiedad particular. El obispo Manuel Alday limitó en 1756 el número de criadas a tres para las madres que habían sido abadesas y a dos para las demás monjas. En el monasterio se educaban también niñas de las familias pudientes.
La cerámica que se elaboraba en el claustro parece haber sido introducida por las primeras monjas llegadas desde España a Osorno y trasladadas después a Santiago. Sor M. Beatriz del Divino Corazón, abadesa en 1945, informó lo siguiente sobre la tradición conservada al respecto en la orden: "El trabajo de dicha cerámica se remonta a los tiempos mismos de la fundación del monasterio, por los años de 1604, más o menos, y tiene su orígen la receta en España. Era una industria propia de las mujeres moras, llevada a España