en el suelo. Mirando hacia arriba, alcanzó a divisar cómo el viento se llevaba a su mujer,
El Cherruve se irritó entónces terriblemente y golpeó a la tierra con sus pesadas pisadas, de modo que la tierra se estremecía. En la montaña se abrió una gran horadación, de que salía humo y corrían grandes ríos de lava. Los pobres indios que vivían en el valle afectado por esa corriente, huyeron al mar, para librarse de la la furia del Cherruve.
Tenía éste un enano negro que le servía, quien recogió a Nieves y la llevó a la cueva. El Cherruve le pidió que la cuidara bien y que no permitiera que saliera de la cueva o que viera la luz del día: una vez grande, se la daría como mujer.
Así lo hizo el enano negro, y desde entónces Nieves no vió la luz del día, y sólo conoció a su padre y al negro, a quien quería mucho, a pesar de ser tan feo.
La nube a veces pasaba por encima de la montaña, siempre llevada por el viento, y miraba si podía divisar a su hijita. Como no la veía, lloraba mucho, lo que la gente interpretaba como lluvia.
Tanto