quienes eran el Norte, el Sur, el Puelche y la Travesía.
Contento, el indiecito se retiró para dormir y esperar la llegada de aquellos amigos.
Pero a media noche se le acercó la linda hija y le manifestó que su padre lo estaba engañando, pues no deseaba que él se casara con ella, pues la había prometido a uno de sus amigos, el Trueno.
- Yo no lo quiero -agregó-, pues habla muy fuerte. Pero vendrá mañana para llevarme, con su madre, la Tempestad, y sus hermanos, el Relámpago y el Viento. Si me amas de veras, emprendamos de inmediato la fuga y refugiémonos donde un tío anciano que tengo y que se llama Olvido: vive en una selva.
El indiecito aceptó de inmediato la proposición. Ensillaron un guanaco y montaron en él, emprendiendo la fuga a toda carrera.
Pero despertó el Cherruve y los persiguió. Era tan lijero como el guanaco, y divisó a los novios cuando llegaban a una quebrada. El Cherruve llevaba en la mano una lanza de colihue, y el