Gran Espíritu, cuando contempló la belleza de su creación desde las alturas en que vive, preguntó:
-¿Y para que sirve toda esa hermosa tierra?
Tomó entónces a un jóven espíritu que era hijo suyo y lo envió sobre la tierra, dándole la forma de un hermosísimo hombre de carne y hueso. Fué echado sobre la tierra desde gran altura, y cuando cayó sobre ella quedó aturdido, como muerto. Entónces su madre se lamentó y pidió que se le permitiera bajar también a la tierra para acompañar a su hijo.
Pero el Gran Espíritu se negó a acceder. En cambio, al mirar alrededor de él, descubrió una estrella que se le estaba acercando y que tenía un magnífico brillo. Se apoderó de ella, sopló encima de su llama, y la transformó en mujer. Siguió volando por los aires, pero en dirección al joven que se encontraba sobre la tierra, pues había recibido la órden de juntarse con él.
Llegó a su destino un poco distante del lugar en que dormía el jóven, y tuvo que caminar para alcanzarlo. En aquel tiempo, el suelo estaba formado por piedras duras, que le lastimaban los pies