mágico), que es otro atributo del brujo.
No puede éste llevar plata ni fierro, ni acompañarse del que los lleve. Si es sorprendido ejerciendo su arte, fallecerá dentro de un año. Para librarse de ser denunciado a la autoridad, deberá pagar en rescate un cerdo que de una botija de manteca o un ternero de un año.
Cuando en alguna reunión se habla mal de un brujo y se desea que no entere de ello, a fin de evitar una venganza, se deben pronunciar estas dos frases: "Hoy es martes, después será viernes; que no lo oigan los perros" y "Lunes, martes y domingo, tres; no lo oigas".
La creencia en los brujos es tan arraigada en Chiloé, que el obispo Ramón Ángel Jara se vió en la necesidad de ordenar verdaderas campañas para combatirla. Hubo en 1880 un proceso de gran revuelo sobre brujería en la Isla Grande, cuyos resultados se publicaron en un folleto (véase Pedro L. Ferrer, Hist. Grl. de la Medicina en Chile, Talca, 1904).
En Chiloé, se considera como instrumentos de