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ta situación, lanzó un extenso manifiesto en el cual no sólo atacaba al gobierno, sino que censuraba también duramente al Partido Radical, acusándolo de apoyar leyes represivas, con olvido de sus principios doctrinarios. La censura sólo permitió la publicación de un extracto de este manifiesto; pero fue insertado con su texto completo en el acta de sesión del Senado de fecha 3 de noviembre. El proyecto de facultades extraordinarias fue aprobado en sesión de ese mismo día, con el voto en contra de Radicales Doctrinarios, Comunistas, Socialistas, Agrarios y otros.

Nada tuvo de extraño que el nuevo Radical Doctrinario no apoyara la candidatura presidencial de don Pedro Enrique Alfonso, levantada por el Partido Radical para suceder al señor González Videla. Por el contrario, manteniéndose unido a otras colectividades opositoras como los Partidos Socialista Popular y Democrático del Pueblo, proclamó la candidatura del general don Carlos Ibáñez del Campo.

A principios de 1952, el Radical Doctrinario realizó en Los Ángeles una convención a la que concurrió el candidato presidencial señor Ibáñez. En el acto inaugural, que se realizó solemnemente y a teatro lleno, el señor Ibáñez tuvo efusivas expresiones para el nuevo Partido. Se refirió a él como el verdadero sucesor de los Matta y de los Gallo y manifestó que en futuro ocuparía el preponderante sitio que antes había correspondido al Partido Radical.

Durante el Gobierno de Ibáñez no tuvo, sin embargo, este partido mayor actuación, considerado como colectividad. Don Arturo Olavarría Bravo, que fue uno de los dirigentes de esta colectividad, hace al respecto las siguientes consideraciones: "Cuando después, durante su gobierno, (se refiere al Presidente Ibáñez) le hablé y se le habló en numerosas ocasiones de la conveniencia de darle jerarquía al Radical Doctrinario, haciendo recaer en algunos de sus miembros designaciones de importancia política y administrativa, como una manera eficaz de desplazar al Partido Radical de su órbita de influencia, el señor Ibáñez se excusó diciendo que se trataba de un partido muy pequeño". Y más adelante agrega el señor Olavarría: "Este pequeño partido, que le aportó veinte mil votos para su elección, habría absorbido a gran parte de esa enorme mesa radical si los radicales doctrinarios, desde el gobierno, hubieran podido ofrecer posibilidades."