una correa que coge la fuerte argolla de hierro de su extremo, de aproximadamente 6 cm de diámetro externo. En el otro, posee dos lengüetas planas, superpuestas, que formar la denominada zapatilla a cuyos golpes se aviva a la cabalgadura. Este tipo de fusta suele transformarse en arma contundente, en las grescas campesinas, aprovechando los estragos producidos por sus argollazos. Agreguemos la cabezada, que afirma el bocado y, que a su vez, para estar completa debe tener testera, agallera y bozalillo, correa que, respectivamente, la sujetan a la frente, a la quijada inferior y a la región nasolabial, siendo la última necesaria para el uso del bajador.
Con los caracteres básicos expuestos, las riendas se encuentran en todas las localidades del país en las que se practica el oficio ecuestre. Su artesanía folklórica está confiada predominantemente a talabarteros rurales, si bien se las encuentra a menudo como trabajo carcelario.
Su procedencia ibérica muestra hoy, con legítima evidencia, el sello de una criollización americana, diversificada en sus peculiaridades